La Ortodoncia es una especialidad de la odontoestomatología que se ocupa del estudio del crecimiento de las estructuras cráneo-faciales y del tratamiento de las posibles desviaciones que se salen de la norma. Para ello, se estudia también la posición de los dientes, las maloclusiones que se dan cuando éstos no encajan adecuadamente entre sí, y si es conveniente intervenir con aparatología para colocarlos en su sitio.5
La palabra «Ortodoncia» proviene del griego orthos (derecho o enderezar) y odonto (diente). Es la rama de la Odontología que se encarga de prevenir, diagnosticar, interceptar y tratar las malposiciones dentarias y trastornos maxilo-faciales.6
La Ortodoncia Miofuncional es la disciplina que tiene como objetivo principal mejorar la función muscular y reducir la disfunción de los tejidos blandos (lengua, labios, carrillos y patrones de respiración), lo que permite el buen desarrollo cráneo-facial, a nivel óseo y a nivel muscular, acompañado del alineamiento dental, todo por medio de la reeducación miofuncional.2,3,4,10
La oclusión dentaria es la íntima relación de contacto que establecen los dientes de ambas arcadas durante los movimientos mandibulares. La maloclusión es una alteración de la oclusión, es decir, una deficiente unión entre los dientes superiores e inferiores. Su etiología es multifactorial, la interacción de los factores ambientales y la herencia pueden incrementar, disminuir e incluso hacer desaparecer una maloclusión.5
La base del pensamiento de la ortodoncia miofuncional radica en que los problemas miofuncionales siempre son la causa de la maloclusión.3 Los conceptos de matriz funcional de Moss y de la interrelación entre forma, función y postura ya desarrollados por numerosos autores, deben estar siempre presentes en la mente de los ortodoncistas. 1
Los factores etiológicos de las maloclusiones actúan dentro de éste contexto de desarrollo de la matriz funcional, en el que se hallan implicados: los huesos (crecimiento), los dientes (erupción), la musculatura (patrón muscular) y el nivel de irrigación vascular e inervación de la misma. A todo ello, hay que añadirle el componente funcional (respiración, deglución y masticación). Sobre éste conjunto de elementos biológicos y sus funciones, actúan los factores etiológicos de las maloclusiones, alterando la armonía en el desarrollo de la matriz funcional.1
En líneas generales, se puede establecer que la mayoría de las alteraciones de la matriz funcional (maloclusiones) se producen como consecuencia de desequilibrios de las funciones que, a su vez, son favorecidos por la presencia de estímulos. 1
El conocimiento de que los músculos de la boca y la lengua ejercen una influencia sobre la mandíbula y los arcos dentarios precede en mucho a los postulados de Angle. En realidad la historia de la terapia miofuncional se remonta a la Italia del siglo XV. Para 1906, el ortodoncista estadounidense Alfred P. Rogers experimentó haciendo que sus pacientes hicieran ejercicios con los músculos faciales y, en 1918, escribió un artículo titulado «aparatos de ortodoncia vivos», en el cual declaró que la función muscular puede corregir por sí sola la maloclusión. 2
Durante los últimos cien años académicos notables, incluyendo al Dr. Angle, Tweed, Frankel y Graber, han mostrado suficiente evidencia de que la disfunción de los tejidos blandos es la fuerza que está siempre detrás de la maloclusión. En años más recientes el Dr. John Mew ha enfatizado que la postura de la lengua y de la mandíbula influencian el desarrollo de los maxilares y la cara.3
En 1907 apareció el famoso libro de Angle «Maloclusiones de los dientes», que detalla los efectos de los malos hábitos orales en la oclusión. Angle afirmó que todas las maloclusiones tienen una causa miofuncional. La terapia miofuncional se convirtió en un popular tratamiento «complementario de la ortodoncia» en las décadas de 1960 y 1970, cuando Daniel Garliner creó el Instituto Miofuncional en Florida EEUU. Garliner capacitó a miles de terapeutas miofuncionales y escribió varios libros sobre el tema. 2
Los dientes erupcionan en la zona neutra de «equilibrio muscular», entre los labios y las mejillas -por fuera- y la lengua -por dentro-. Si existe un desequilibrio postural o funcional a nivel de los labios o de la lengua se altera la posición de los dientes, como consecuencia de la modificación de la intensidad de los vectores de las fuerzas musculares por vestibular y lingual. Por medio de éste mecanismo tan simple, los incisivos inferiores erupcionarán en una posición más vestibularizada (protruídos) o lingualizada (retruídos), según que el predominio de la musculatura sea peribucal o intraoral. La orientación axial final de estos dientes viene determinada por: la dirección eruptiva del diente, la presión de la musculatura labial sobre los mismos y el contacto de los incisivos superiores con los bordes incisales de los inferiores. 1
En los sectores laterales de la oclusión, la dimensión posterior de la misma se establecerá a través del equilibrio entre el potencial de erupción de los dientes (molares y premolares) y el patrón muscular (maseteros) que se oponen al mismo. Cuando la musculatura es laxa, los dientes presentan una mayor capacidad de extrusión (posterorotación mandibular), al contrario de lo que sucede cuando el patrón muscular es potente (anterorotación mandibular) y el grado de extrusión dentaria se de limitada. 1
El practicar la ortodoncia miofuncional requiere un buen entendimiento de la disfunción de los tejidos blandos. Cuando la lengua descansa naturalmente en el maxilar y el paciente respira por la nariz, el resultado es un buen desarrollo de la forma de la arcada. Cuando la lengua no descansa sobre el maxilar y el paciente respira por la boca, la arcada queda angosta y es muy probable que se produzca un apiñamiento dental. Los labios y la lengua pueden influenciar la forma de la arcada y causar el apiñamiento, la acción recíproca de la lengua y su contraparte por parte de los labios y carrillos al deglutir, causan que la deglución visceral provoque apiñamiento dental. El objetivo de resolver la disfunción de los tejidos blandos es hacer que la lengua descanse contra el paladar y que el paciente cierre su boca y respire por la nariz.3
La respiración es la función que más veces se repite a lo largo del día y es fundamental comenzar por conseguir una respiración mayoritariamente nasal. La respiración bucal obliga al paciente a mantener una posición de boca entreabierta y la lengua baja favorece la extrusión molar y la falta de desarrollo del maxilar superior transversalmente.1 Cuando el paciente es respirador bucal, la lengua no descansa contra el paladar dado que la boca está abierta todo el tiempo, por lo que el patrón de crecimiento se hace más vertical que horizontal, lo que se traduce en un perfil facial retrusivo y menor espacio para los dientes anteriores y posteriores en los maxilares.3 Es por esto que se debe establecer la respiración nasal cuanto antes, pero para ello es imprescindible que las fosas nasales sean permeables.1
En la exploración clínica y radiográfica del paciente se puede apreciar presencia de ojeras subpalpebrales por el cansancio que supone la obstrucción respiratoria, el paciente suele tener un sueño inestable y ello le provoca un cansancio mantenido; por otra parte, las vías aéreas superiores pueden no ser suficientemente permeables por motivos anatómicos, como narinas colapsadas, desviación de tabique, cornetes hipertróficos, presencia de adenoides hipertróficas, etc. (campo de la otorrinolaringología), o por motivos de alergias, como rinitis alérgica, bronquitis, asma, etc. (campo de la alergología). En cualquiera de los dos casos se debe explorar al paciente y derivarlo al especialista correspondiente para que reciba el tratamiento oportuno. 1
Los respiradores bucales presentan: posterorotación mandibular, retrusión leve de maxilar superior y crecimiento vertical del mismo, extrusión de los incisivos inferiores pero no de los molares inferiores lo que conlleva a una marcada curva de Spee, e incisivos superiores poco extruídos por el efecto de bloqueo que provoca la interposición labial inferior a nivel del resalte existente, por otra parte se extruyen los molares superiores al no estar en contacto con los molares inferiores debido a la situación postural de la mandíbula. 1
Si la respiración bucal (factor etiológico) persiste, la rotación posterior de la mandíbula se intensifica y el mentón se retruye progresivamente. La habitualmente mal diagnosticada «retrusión mandibular» no es más que un problema rotacional de la mandíbula. 1
La reeducación comienza con la respiración y sigue con la deglución. La respiración bucal, cuando es considerada como hábito primario, suele ir acompañada de una deglución atípica (hábito secundario), como consecuencia de las características de la maloclusión. 1
La deglución atípica viene determinada por una limitación en la movilidad lingual que impide la realización del correcto patrón de la deglución. Durante la deglución normal, la musculatura lingual debe ascender hasta contactar su dorso sobre el paladar duro. En éste punto, la presión de la lengua sobre el paladar va acompañada de una expansión del músculo transverso de la lengua. La repetición de éste efecto, en un número de veces que oscila entre quinientas a dos mil veces al día, actúa como estímulo sobre el desarrollo transversal de la arcada superior. 1
La limitación de la movilidad lingual sitúa a la masa lingual en una posición baja durante la fase de reposo de la misma. Durante la deglución, la lengua, incapaz de realizar un movimiento de ascenso eficaz, se propulsa y ejerce un efecto de presión sobre los sectores anteriores habitualmente de las arcadas. Dicha presión puede realizarla sobre la arcada superior (protrusión de los incisivos superiores), sobre la arcada inferior (protrusión de los incisivos inferiores), sobre ambas arcadas (biprotrusión) o bien entre las arcadas (mordida abierta anterior). En algunos casos la presión lingual puede ser lateral y generar una mordida abierta lateral. 1
En la deglución reversa y visceral el movimiento excesivo empuja en dirección inversa al crecimiento natural e impacta el desarrollo facial. La postura de boca abierta produce un perfil facial retruído y menos espacio para dientes anteriores y posteriores. 3 Clínicamente presenta las siguientes características: incompetencia labial, interposición labial inferior, e interposición lingual. La deglución con interposición labial o lingual está asociada a overbite disminuido y/o overjet aumentado o disminuido. 1
El tamaño de la lengua también tiene importancia, un caso de macroglosia con interposición lingual lateral provoca mordida abierta posterior bilateral. La hipertrofia de las amígdalas puede ser la causa de una posición adelantada de la lengua. 1
El frenillo lingual tiene un papel muy importante en la posición de la lengua. Con un frenillo normal, la punta de la lengua debe poder alcanzar la bóveda palatina con la boca abierta. La imposibilidad de elevar la lengua impide que desempeñe correctamente sus funciones. Un frenillo lingual corto limita el estímulo de la lengua sobre el paladar provocando un hipodesarrollo transversal del maxilar superior y mordida cruzada posterior. 1
El primer objetivo en la ortodoncia miofuncional es que la lengua tenga suficiente espacio para descansar en el maxilar superior. Su segundo objetivo es hacer que el paciente respire a través de la nariz con los labios juntos. Si el paciente no respira por la nariz, no podrá tampoco tener un desarrollo normal del arco ni una alineación dental correcta. Los pacientes que dejan de respirar por la boca son más saludables y tienen menos alergias e infecciones causadas por respirar por la nariz. Resultan pacientes más sanos que crecen sin estar sujetos a los perjudiciales hábitos que limitan el desarrollo facial. 2
La disfunción de los tejidos blandos afecta además la función de la articulación temporo-mandibular (ATM). La deglución incorrecta no sólo empuja la mandibula hacia atrás y restringe el crecimiento, también comprime la ATM.3
El desorden de la ATM fue identificado por primera vez por el Dr. J. B. Costen en 1943, como una condición en la cual la articulación está sometida a una presión excesiva por parte de los dientes mal alineados, de los músculos y/o los maxilares. El Dr. Costen demostró que el dolor de oído, cabeza y cuello puede eliminarse al corregir una mordida inadecuada y retirar el exceso de presión en la ATM al «abrir la mordida» con aparatos intraorales.3
La ATM es una articulación bastante compleja. Los síntomas del desorden de la ATM pueden diferir de paciente a paciente, haciendo conflictivo el diagnóstico. La mayor parte del tiempo el enfoque es en la articulación cuando los síntomas realmente no están relacionados con la articulación, los síntomas están más involucrados con los músculos cráneo-faciales.3
Es comumente conocido que los brackets pueden corregir practicamente todas las maloclusiones, con o sin extracciones, el problema radica en que al retirar los brackets los dientes tienden a regresar a sus posiciones originales. Hecho demostrable en la tendencia a recidivar de los dientes luego de la ortodoncia regular, aún recomendando a los pacientes el uso de retenedores. Tal como lo señala el Profesor Vaden, frecuentemente los pacientes tratados con aparatos fijos, incluso aquellos que usaron retenedores, regresan posteriormente con el ortodoncista durante su vida para volver a alinear los dientes.3
Los problemas de recidiva post-retención de la ortodoncia son ampliamente conocidos. Los brackets son muy eficientes para alinear los dientes pero frecuentemente se requiere de retención fija de por vida para asegurar la estabilidad de la corrección. Luego de retirar los retenedores, incluso después de años de uso, los dientes pueden recidivar.3
La investigación de Little, Riedel y Artun, en el área de retención, refleja que en algunos casos el grado de recivida fue más grave que la maloclusión original, que el apiñamiento aumenta a tal grado durante el período de 10 a 20 años post-retención que tan sólo el 10% de los casos mostraron resultados aceptables a largo plazo. La investigación concluye que la única forma de asegurar un alineamiento satisfactorio después del tratamiento es con el uso de retención fja o removible de por vida.7
Es también consciente que existe cierto grado de resorción radicular en la mayoría de los casos tratados con aparatos fijos por la fuerza continua del arco, no sólo el acortamiento de la longitud de la raíz sino también su parte anterior. Un estudio comparativo evaluó el impacto de las fuerzas ortodónticas contínuas e intermitentes sobre la resorción radicular, encontrando que las fuerzas intermitentes durante 8 semanas produjeron significativamente menos resorción radicular que la fuerza contínua dirigida de la misma magnitud y duración.8 Otro estudio que involucró 8 horas de fuerza continua seguidas de 8 horas sin fuerza concluyó que la fuerza intermitente recluta osteoclastos de manera eficiente mientras provoca una mínima resorción radicular.9 Los aparatos de la ortodoncia miofuncional usan fuerzas intermitentes por lo que minimizan el daño a la raíz dental.3
Al momento de evaluar a un paciente en la clínica más que ver el tipo de maloclusión de Angle se deben buscar las causas de la malposición dentaria. Se debe valorar el nivel de disfunción de los tejidos blandos, primeramente la posición de la lengua en la boca la cual debe descansar contra el paladar justo por detrás de los dientes anteriores, luego se debe evaluar la forma de respiración que debe ser nasal y no bucal, y posteriormente la deglución que debe hacerse sin que exista una excesiva actividad del músculo orbicular de los labios. El desarrollo facial normal del paciente debe ser hacia abajo y hacia adelante, por lo que se debe resolver la disfunción de los tejidos blandos para que la cara se desarrolle normalmente.3
Durante la consulta se deben evaluar, además de la disfunción de los tejidos blandos, la oclusión, las relaciones dentales y la forma de la arcada.3
La experiencia clínica ha podido constatar cómo la supresión de hábitos disfuncionales, unida a la reeducación de la deglución atípica y los trastornos asociados, permite equilibrar y tonificar la musculatura orofacial implicada, corregir dichas disfunciones y posibilitar una intervención ortodóntica óptima. También se ha constatado que un gran porcentaje de maloclusiones, asociadas o no a trastornos esqueléticos y/o musculares, estaban relacionadas con dichas alteraciones funcionales.6
La reeducación funcional juega un papel fundamental en: la ortodoncia preventiva, ya que si se reeduca la musculatura como factor etiopatogénico antes de que se establezca la maloclusión se previene la misma, la ortodoncia correctiva, ya que si se controla la musculatura se controlan las fuerzas adversas facilitando la acción positiva de la aparatología, y por último la retención, evitando recidivas al tratar la disfunción o el mal hábito. 1
Desde el inicio de los tratamientos en ortopedia cráneo-facial para la corrección de las anomalías maxilo-mandibulares y dentofaciales se han presentado una gran variedad de pensamientos filosóficos y técnicas biomecánicas y biofuncionalistas que han permitido el desarrollo de diversas aparatologías ortopédicas removibles, fijas o combinadas.10
Los aparatos funcionales están formados por una gran variedad de medios terapéuticos encaminados a corregir las displasias esqueléticas que subyacen en el fondo de muchas maloclusiones. Todos ellos tienen un mecanismo de acción indirecto, es decir, son transmisores de fuerzas. Ellos por sí solos, no emplean fuerzas directas. Algunos aparatos pueden generar fuerzas directas, pero son siempre fuerzas añadidas y complementarias al mecanismo de acción principal. 11
El nacimiento de los aparatos funcionales y su desarrollo posterior ha ido encaminado a la corrección de las maloclusiones de clase II en las cuales existe un resalte aumentado. El procedimiento clínico estriba en producir un adelantamiento de la mandíbula hasta una posición de neutro-oclusión. Este movimiento mandibular genera por sí solo un estiramiento de las fibras de los músculos masticatorios produciendo un vector de fuerza que va a ser responsable de muchas de las acciones del propio aparato. Éste sería el mecanismo de generación de fuerzas indirectas, común a todos los aparatos funcionales. 11
La mayoría de los aparatos funcionales se caracterizan por: ser de acción indirecta (transmisores de la fuerza muscular a las estructuras esqueléticas y dentarias), ser de tipo removible, despertar la función y rehabilitar el sistema estomatognático, potenciar y estimular el crecimiento mandibular. Lo que en realidad producen estos aparatos es un cambio en el equilibrio neuromuscular del sistema estomatognático. Terapéuticamente, el lograr este desequilibrio produce la acción terapéutica buscada. 11
La musculatura afectada cuando se coloca un aparato funcional es la formada por los músculos masticatorios (temporal, masetero, pterigoideo interno y pterigoideo externo) y algunos músculos faciales (orbicular y buccinador, principalmente). 11
Mención aparte merece toda la musculatura suprahioidea, estos músculos tienen tres funciones principalmente: mantienen el paso de aire por la faringe inferior, controlan la posición y la función de la lengua, y mantienen el equilibrio entre los músculos del cuello y los músculos masticadores. En las maloclusiones clase II existe un desequilibrio en esta musculatura debido a la posición retrasada y descendida de la mandíbula, lo que ocasiona un descenso en la posición de la lengua y una dificultad en el paso del aire por las vías aéreas inferiores. La consecuencia de esto es un círculo vicioso en el cual cada vez la mandíbula se sitúa más baja y la posición de la lengua cada vez está más descendida. Para romper este círculo vicioso es necesario volver a establecer un equilibrio en toda esta musculatura. 11
Al colocar un aparato funcional se provoca un adelantamiento mandibular que va a sacar el cóndilo de su situación posterior de reposo. En esta situación, el cóndilo ocupa una posición más baja en relación al techo de la cavidad glenoidea y más anterior en relación al meato auditivo. La existencia de cartílagos secundarios (cóndilo y suturas) influidos, no sólo por la acción hormonal, sino también por factores externos, como es la actividad del músculo pterigoideo externo, estimula la actividad mitótica en la capa precondroblástica del cóndilo mandibular. Por lo tanto, la protrusión mandibular provocada por un aparato funcional es capaz de estimular al cartílago condilar y aumentar la longitud efectiva de este hueso. También se ha encontrado una remodelación en la parte anterior de la fosa glenoidea, lo cual contribuye a un posicionamiento más anterior de la mandíbula.11
Las fuerzas de la lengua, labios y músculos faciales circundantes son suficientes para mover los dientes hacia cualquier posición. La lengua por sí sola puede ejercer 500grs de fuerza, al colocarla en su posición correcta en el maxilar, es capaz de expandir las arcadas y alinear los dientes. Una vez corregida la disfunción de los tejidos blandos los resultados son mucho mejores, permite al ortodoncista alinear los dientes de foma más eficiente sin que sean necesarias fuerzas mecánicas pesadas, disminuyendo la resorción radicular así como también garantizando mayor estabilidad post-retención.3
Los avances tecnológicos y cibernéticos en el campo de la odontología a finales del siglo XX se manifiestan hoy en día en diversas especialidades estomatológicas. Muestra de estos avances es la aparatología funcional, desarrollada en Australia por el Dr. Chris Farrell y colaboradores, quienes han presentado y difundido estos avances con base en sus investigaciones y experiencias clínicas en la aparatología funcional tradicional y aparatología fija que dieron origen a la fundación Myofunctional Research Co., presentando el Sistema Trainer y Myobrace®. El diseño y fabricación de este sistema de dispositivos intraorales para ortodoncia se basa en el tratamiento temprano de los problemas ortodóncicos y del desarrollo cráneo-facial en niños y adolescentes así como también los problemas de ATM en adultos y protectores bucales deportivos.2,4,10
La ortodoncia miofuncional plantea que la causa de la maloclusión es la disfunción muscular. Los resultados de la ortodoncia miofuncional no provienen de fuerzas excesivas sobre los dientes, sino que se enfocan en corregir la función, adecuando las fuerzas de la lengua y los labios para desarrollar la arcada y los maxilares, mejorando así el alineamiento dental. En la mayoría de los niños puede observarse desde una edad temprana signos como respiración bucal, succión digital, protrusión lingual o deglución atípica. Estos hábitos son causantes del desarrollo de la maloclusión. La corrección de los mismos, no sólo corrige la maloclusión si se tratan a tiempo, sino que tiene también el potencial de mejorar el desarrollo facial. 2
Partiendo de la idea compartida de que la corrección de las estructuras anatomo-morfológicas es inviable sin la corrección de las alteraciones miofuncionales y viceversa, es la intervención temprana la que persigue restaurar cuanto antes la funcionalidad de la deglución, masticación, respiración y músculos implicados.6
La intervención temprana de la maloclusión y de los malos hábitos miofuncionales es la clave de la ortodoncia miofuncional, el objetivo es corregir los hábitos miofuncionales tan pronto como éstos se hagan evidentes. El tratamiento ortodóncico temprano puede prevenir problemas serios de desarrollo en los pacientes en crecimiento, y puede reducir la complejidad del tratamiento y el tiempo requerido cuando sea necesario un futuro tratamiento ortodóncico fijo. El tratamiento temprano puede también alcanzar resultados que no son posibles cuando la cara y los maxilares han dejado de crecer.3
El tratamiento precoz de los niños en una etapa óptima del crecimiento (entre 5 a 8 años de edad) con técnicas de ortodoncia miofuncional puede facilitar posteriormente el tratamiento ortodóncico y ofrecer mayor estabilidad. 2 Investigaciones recientes demuestran que el introducir los métodos de tratamiento temprano de ortodoncia miofuncional disminuye la complejidad de futuros tratamientos ortodóncicos con brackets, de hecho se encontró que muchos padres declinaban el futuro tratamiento con aparatos fijos. Muchos casos demuestran mejoras de manera consistente tanto en el crecimiento cráneo-facial como en la forma de la arcada.3
En 1989 se funda Myofunctional Research Co., utilizando la tecnología CAD (Computer Alded Design) para el desarrollo de las investigaciones y fabricación del Sistema Trainer y Myobrace®. Esta tecnología facilitó la producción de un aparato universal, intraoral y flexible hecho de silicona no termoplástica o poliuretano que permitía conservar su forma sin sufrir cambios durante su uso. Estaba prefabricado con medidas y formas específicas prediseñadas, con características terapéuticas que influenciaban la musculatura oral y por consecuencia la función muscular intra y extrabucal en los pacientes donde se indicó su uso.10
El Dr. Farrell incursionó en el campo de la ortopedia funcional aplicando activadores como el de Frankel, el Bionator y el Twin Block, combinando éstas técnicas con su experiencia en aparatología fija ortodóntica y buscando principalmente el tratamiento precoz con el fin de prevenir a tiempo o iniciar la corrección de los desórdenes de las articulaciones temporomandibulares, mejoró la calidad de los tratamientos corrigiendo las causas que originaron las maloclusiones. Le dio más importancia a: los tejidos blandos y a las disfunciones (respiración y deglución) como factores de recidiva en los tratamientos ortodóncicos, disminuir la extracción dental como recurso de tratamiento para liberar el apiñamiento y ganar espacio en los arcos dentales, corrección del retrognatismo mandibular, y a guiar correctamente la dentición desde edades tempranas de desarrollo.10
Los aparatos funcionales del Sistema Trainer y Myobrace® están prefabricados con silicona de alto grado que les brinda la característica de una máxima flexibilidad y comodidad. Dentro de sus elementos, unidos todos entre sí en una sola estructura, se observan: pantallas vestibulares y palatolinguales, canales para los dientes, base oclusal que permite la separación interdentaria con un efecto de guarda que repercute en la descompresión de la ATM, lengüeta para el posicionamiento propioceptivo de la punta de la lengua como en las terapias miofuncionales y foniátricas, para-labios en la zona del orbicular mandibular para romper la fuerza hiperactiva del labio y músculo del mentón, entre otros. Algunos Trainers presentan pequeños orificios en su cara anterior, en la zona incisiva, para facilitar la respiración y adaptación funcional del aparato en el paciente.10
Muchos de los aparatos funcionales originales tienen buenas y malas características. Una de las principales es que en realidad no corrigen la función, algunos diseños de estos aparatos disminuyen el espacio de la lengua en el paladar. El Sistema Trainer y el Sistema Myobrace® de MRC han sido diseñados para resolver los problemas existentes en los aparatos funcionales, favorecen la ubicación de la lengua en su posición correcta en el maxilar superior. MRC corrige la función a la vez que los dientes se alinean.3
La ortodoncia miofuncional principalmente se preocupa por corregir la función para tener un crecimiento y desarrollo correcto. Cuando la función se mejora, el crecimiento natural hacia abajo y adelante desarrolla espacio superior para el buen acomodo de todos los dientes (incluidos terceros molares), produciéndose menos apiñamiento.3
Los objetivos del tratamiento miofuncional deseado para los pacientes son: el paciente debe respirar por la nariz, los labios deben estar en contacto en reposo y la lengua debe estar en su posición correcta, no debe verse actividad de los labios cuando el paciente trague, oclusión clase I con neutro-oclusión, dientes bien alineados, y por último mejorar el desarrollo facial permitiendo al paciente alcanzar su mayor potencial genético.3
Para lograr los objetivos y los resultados del tratamiento miofuncional es necesario que el paciente use el aparato 1-2 horas durante el día y toda la noche mientras duerme, de forma regular y diariamente.3,10
Es primordial conseguir la colaboración del paciente, debe darse cuenta de cuánto le perjudica la disfunción o el mal hábito para que decida colaborar en su reeducación. 1
Para el control de los hábitos perniciosos como: uso prolongado de chupete, succión digital (chupar el dedo), onicofagia (comerse las uñas), linguofagia (morderse la lengua), queilofagia (morderse los labios), mordisqueo de diferentes objetos, etc. deberá intervenir el ortodoncista, los padres y/o el paciente comprometiéndose a controlar el hábito.
Vía: Ortondoncia
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